lunes, 25 de junio de 2012

EL PANORAMA MUSICAL ESPAÑOL DURANTE EL SIGLO XX






    • Introduccion
El siglo XX es el siglo de la nueva música. Aunque hubo también nueva música en otros períodos, la ruptura con la tradición histórica no fue nunca tan radical, debido ahora fundamentalmente al rechazo de la tonalidad (Schöenberg), hasta llegar al completo abandono del concepto tradicional de música (Cage), si bien al mismo tiempo gran parte de esta ruptura quedó inalterada (música ligera, Neoclasicismo, tradición de la ópera y los conciertos). El siglo XX cultiva una variedad de estilos en la música mucho mayor que la de cualquier otro período anterior. A ello contribuye la conservación del abundante patrimonio musical, el progresivo contacto con la música de otras culturas y la posibilidad de escuchar música en disco y cinta. La música refleja también en esta pluralidad el espíritu de la época, si es que aún puede hablarse de tal a la vista de su diversidad.
Gran parte de la música contemporánea no forma parte de la esencia de su época. No puede sonar mejor de lo que es ésta si quiere ser auténtica. La variedad estilística y la disonancia, características de la nueva música, dan testimonio de la ausencia de una visión unitaria del mundo y la pérdida de la armonía entre el hombre y la naturaleza, así como en la armonía interna del propio ser humano
Desde la época de la invasión francesa, la música española acusa los efectos de una invasión italiana que se había gestado en el siglo anterior y que tuvo como efecto tanto el influir a la mayoría de los compositores de tal modo que apenas podrían manifestarse con originalidad como crear un gusto especial en el público que durante todo el siglo XIX se volcará exclusivamente sobre la ópera italiana desinteresándose de unos esfuerzos nacionales que desembocan así en el fracaso. Ello influyó en el tardío cultivo del sinfonismo español, que no empieza a conocer el repertorio orquestal hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, momento en el que comienzan a formarse las primeras orquestas sinfónicas estables. Des este modo, la misma solución del sinfonismo, o de una música de cámara hasta entonces prácticamente inexistente también, estuvo vedada para los compositores españoles en un ambiente musical que no conoció prácticamente el romanticismo más que en la ópera italiana y en una música de piano generalmente inserta dentro de la especialidad de la música de salón.
El nacionalismo musical español, aparte de los esfuerzos operísticos, parte en un principio de la aplicación relativamente tímida de las melodías populares españolas dentro de un ambiente influido aún por la música italiana o por la tradición de la música de salón. Pero pronto profundizará más en las esencias de esa música nacional para extraer de ella consecuencias armónicas y formales; tal será el caso de la música de Albéniz y Granados, y no sólo aspectos pintorescos. Una vez alcanzado este estadio, y en una etapa ya de segundo nacionalismo, podrán elevarse esas consecuencias a un nivel de sistema musical capaz de renovar el lenguaje musical y de proyectarse dentro de las tendencias europeas más avanzadas; así sucederá con la obra de Falla.

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